2 de junio de 2014

Materialización cultural: el monumento histórico

“La identidad cultural de un pueblo viene definida históricamente a través de múltiples aspectos en los que se plasma su cultura, como lengua, instrumento de comunicación entre los miembros de una comunidad, las relaciones sociales, ritos y ceremonias propias, o los comportamientos colectivos, esto es, los sistemas de valores y creencias. (…) Un rasgo propio de estos elementos de identidad cultural es su carácter inmaterial y anónimo, pues son producto de la colectividad. Precisamente por ello el ‘monumento histórico’ es especialmente eficaz como condensador de estos valores, es decir, por su presencia material y singular: frente al carácter incorpóreo de los elementos culturales citados, el ‘monumento’ es, por el contrario, un objeto físicamente concreto que se reviste de un elevado valor simbólico que asume y resume el carácter esencial de la cultura a la que pertenece; el ‘monumento’ compendia las preeminentes capacidades creativas y testimoniales de esa cultura. El reconocimiento de ese valor, hasta el punto de identificar a una cultura por el conjunto de sus monumentos fue un proceso arduo y prolongado que, (…), culminó en el siglo XIX. Sin embargo, esta identificación de una determinada cultura o civilización con sus monumentos llevó a postergar el interés por una multitud de objetos dotados de una capacidad documental, más o menos compleja, como testimonios de cultura, y, como tales, igualmente insustituibles. La necesidad de superar, o completar, el concepto de ‘monumento’ para lograr una noción más amplia que integrara a todos estos objetos hasta entonces relegados ha dado lugar a la formulación y desarrollo, durante la segunda mitad del siglo XX, del concepto moderno de ‘bien cultural’.”


Ignacio González Varas: Conservación de Bienes Culturales, Cátedra, 1999.

4 de febrero de 2014

Las dos caras de una misma moneda

Bolivia es un país de 1 098 581 km², sin salida al mar, famoso por sus minas en la época de la Colonia; pero la razón de este texto es otra: la coexistencia de dos caras radicalmente distintas de un solo Estado.
El Occidente y el Oriente parecen ser países distintos, y quienes los recorrieron se dan cuenta de las grandes diferencias entre una parte y otra.

Algunos hablan de la Bolivia rica de los cambas (del Este), y de la Bolivia pobre( del Oeste), y minusvaloran a esta última dejando de lado su riqueza cultural.

Lo cierto es que ni una es mejor, ni otra es peor, sino que cada cual tiene su propios encantos. Por un lado, hay que destacar que en cada región conviven descendientes de varias etnias diferentes, por lo cual no es correcto englobar en una sola denominación a los habitantes de cada región. Por el otro, al hablar de Occidente, tenemos que hablar de una población más apegada a las tradiciones, con una cultura ancestral arraigada y que subsiste a pesar de los avatares através de los siglos, interesantísima para quienes desean conocerla; en cambio, en el oriente, se pueden ver algunos pueblos más modernos, más desarrollados, y que distan de la imagen común (estereotipo) que se tiene del pueblo boliviano, y que hasta tiene un clima tropical, distante del clima frío y seco del altiplano.

Estas diferencias han llevado inclusive a generar la intención de escisindir el territorio para formar un estado independiente, por parte de quienes poblan la zona de Santa Cruz de la Sierra, y a que existan asperezas entre regiones.

Sea cual fuere el futuro de estos dos sectores, considero que los habitantes de cada cual son dignos de respeto, y el uso de términos peyorativos hacia unos u otros es en verdad equívoco. Desde mi punto de vista, las difrencias entre Occidente y Oriente hacen de Bolivia una nación mucho más interesante.

Hola